Lo que empezó como un simple resfriado casi acaba con la vida de Jared Maynard, de 33 años, atleta de halterofilia y padre de tres hijas. En enero de 2023, pensó que sólo sufría un leve malestar, algo habitual durante el invierno en Canadá. Pero lo que siguió fue un giro devastador de los acontecimientos.
Mientras su mujer y sus hijas se recuperaban rápidamente del mismo resfriado, Jared empeoraba cada día. “Pensé que era sólo un resfriado, pero era el comienzo de una pesadilla”, dijo en un post en las redes sociales.
Con fiebre alta, insomnio intenso, ganglios linfáticos inflamados y la piel amarillenta, Jared ingresó en el hospital. Al poco tiempo, sus riñones y su hígado dejaron de funcionar. Llegó el diagnóstico: linfohistiocitosis hemofagocítica (HLH), una enfermedad autoinmune extremadamente rara y potencialmente mortal que hace que el sistema inmunitario ataque al propio organismo.
La gravedad de la enfermedad requería medidas drásticas. Jared fue conectado a un respirador artificial y pasó cinco semanas en coma inducido. Los médicos llegaron a dudar de su recuperación. “El HLH devastó mi cuerpo. Me dijeron que probablemente no sobreviviría”, afirma.
Tras tres meses y medio en el hospital, Jared tuvo que volver a aprenderlo todo: a hablar, a comer, a andar. Perdió más de 18 kilos y tuvo que enfrentarse a una larga y dolorosa rehabilitación. “Como atleta, era como si me hubieran cambiado de cuerpo, pero seguí luchando. Tenía motivos: mi mujer y mis hijas”, dice.
Hoy comparte su historia para advertir de los peligros de subestimar los síntomas e inspirar a otros a no rendirse, ni siquiera en los momentos más oscuros. Su asombroso progreso se atribuye, en parte, a su excelente forma física antes de la enfermedad.
“De cuatro pasos, pasé a veinte. Luego empecé a caminar por la sala. Luego subí escaleras. Cada logro era una victoria”, afirma.
