Louise Altese-Isidori llevaba una vida aparentemente saludable, sin señales de alarma como dolor, fatiga o cualquier otro síntoma. Sin embargo, un ultrasonido transvaginal rutinario detectó un quiste ovárico que cambiaría su destino. A pesar de que los análisis de sangre no mostraban indicios de cáncer, su médica, guiada por la sospecha que generaban las imágenes del ultrasonido, insistió en la extirpación de los ovarios. Esta decisión resultó ser crucial para salvarle la vida.
Durante la intervención quirúrgica, los médicos descubrieron que Louise padecía un cáncer de ovario en estadio 4B, una fase avanzada en la que la enfermedad ya se había diseminado a varios órganos. La operación, que duró más de diez horas, consistió en la extirpación de siete órganos: bazo, apéndice, vesícula biliar, útero, ovarios, trompas de falopio y el revestimiento del estómago. Posteriormente, fue sometida a un tratamiento intensivo de quimioterapia.
Actualmente, Louise se encuentra en remisión técnica, con niveles normales del marcador tumoral CA 125. A raíz de su experiencia, se ha convertido en una firme defensora del ultrasonido transvaginal anual, el mismo examen que permitió detectar su enfermedad a tiempo. Louise ahora dedica sus esfuerzos a concienciar a otras mujeres sobre la importancia de este estudio, subrayando que, aunque sencillo, puede ser vital para detectar a tiempo un cáncer silencioso y potencialmente mortal.