Jessica Farwell, residente de Antioch, California (EE. UU.), vivió una experiencia angustiante cuando su bebé de seis meses, Brody, sufrió quemaduras de segundo grado al caerle encima un fogón eléctrico de arroz. Tras llevarlo al hospital más cercano, donde no contaban con unidad especializada en quemaduras ni ambulancias disponibles, se determinó que era médicamente necesario trasladar al niño al hospital Shriners Children’s en Sacramento.
Aunque Jessica se ofreció a conducir, ya se había solicitado un helicóptero. El vuelo de apenas 15 minutos costó casi 90.000 dólares (aproximadamente 83.400 euros), y al llegar, fue necesario un transporte en ambulancia de solo 480 metros, por el que se cobraron 10.200 dólares adicionales (unos 9.460 euros). El bebé fue dado de alta al día siguiente.
Meses después, Jessica recibió una factura total de 100.032 dólares (cerca de 92.700 euros). Su seguro cubrió menos de la mitad del coste del helicóptero y solo una parte del traslado terrestre, dejándole un saldo pendiente de más de 65.000 dólares (unos 60.200 euros). Incapaz de asumir la deuda, Jessica intentó sin éxito disputar los cargos y, finalmente, acudió a la cadena KGO-TV en busca de ayuda. Gracias a la intervención mediática, el hospital decidió perdonar la deuda.
El caso ha generado debate sobre los elevados costes del sistema sanitario estadounidense y la falta de cobertura total por parte de los seguros médicos. Aunque en enero de 2024 entró en vigor en California la ley AB 716, que protege a los pacientes de facturas sorpresa por ambulancias terrestres, el caso de Jessica ocurrió antes de su implementación. La empresa de transporte implicada, Pro Transport-1, declaró que la responsabilidad es “100% de la aseguradora” y que no exigirá el pago restante.
La historia ha llamado la atención pública y reabre el debate sobre la transparencia en los costes sanitarios y la necesidad de una reforma estructural que impida que las familias enfrenten deudas impagables en situaciones de emergencia.