Durante una visita oficial a Washington, el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, vivió un momento tenso protagonizado por su anfitrión, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump. En una escena incómoda en el Salón Oval, Trump mostró un video cargado de desinformación y contenido sensacionalista, alegando que en Sudáfrica ocurre un “genocidio blanco”. Esta afirmación ha sido desmentida repetidamente por organismos internacionales y señalada como parte de una narrativa racista impulsada por grupos extremistas.
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Trump acusa sin pruebas y utiliza videos manipulados
Frente a asesores y cámaras, Trump intentó vincular al gobierno sudafricano con crímenes sin fundamento. Para ello, recurrió a videos descontextualizados, incluyendo imágenes del líder sudafricano Julius Malema entonando una canción tradicional que ha sido malinterpretada por sectores de extrema derecha. Trump sostuvo que había un clima de “odio” en Sudáfrica y mencionó supuestos cementerios clandestinos, sin conocer la procedencia del material que exhibía.
Ramaphosa desmonta la narrativa con firmeza
Con temple y precisión, Ramaphosa enfrentó la ofensiva. Preguntó a Trump por la fuente de los videos, ante lo cual el republicano reconoció su ignorancia. Luego, con una respuesta cargada de ironía, dijo: “Lo siento, no tengo un avión que darte”. La frase fue interpretada como una alusión directa al lujoso jet que Trump había aceptado del gobierno de Catar, valorado en 200 millones de dólares, y que sería transformado en el nuevo Air Force One. Ramaphosa aprovechó para lanzar una crítica sutil pero contundente: “No tengo aviones para regalar”, sugiriendo posibles vínculos turbios entre Trump y regímenes autoritarios.
Desprecio a la diplomacia y criminalización del Sur Global
La actitud de Trump fue vista como otro ejemplo de su desprecio por los protocolos diplomáticos y su estrategia de demonizar a gobiernos del Sur Global. Esta táctica, que ya había usado con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky en febrero, fracasó al enfrentarse con la respuesta firme de Ramaphosa.
El trasfondo: redistribución de tierras y justicia histórica
El conflicto se inscribe en el contexto de una legislación sudafricana que permite la expropiación de tierras en favor del interés público, como parte de un esfuerzo por revertir las injusticias del apartheid. Aunque aún no se ha implementado, Trump usó esta medida como argumento para etiquetar a Sudáfrica como violadora de derechos humanos y justificar su orden ejecutiva que favorece la acogida de “refugiados afrikáners”.
Ramaphosa defiende la Constitución sudafricana
“Nuestra Constitución garantiza y protege el derecho a la propiedad para todos los sudafricanos”, afirmó Ramaphosa con claridad. Además, recordó que el propio gobierno de Estados Unidos también puede expropiar propiedades por razones de interés público, subrayando la hipocresía del argumento de Trump.
Sudáfrica denuncia una campaña de desinformación
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Sudáfrica ya había alertado sobre la campaña de desinformación proveniente del gobierno estadounidense. Según el gobierno sudafricano, Washington ignoró deliberadamente el pasado de opresión racial del país africano. El encuentro en el Salón Oval confirmó estas acusaciones y reveló al mundo una nueva maniobra política de Trump, quien continúa enfrentando señalamientos por el uso del poder con fines personales.