Myles Grimmett tenía sólo cinco años cuando le diagnosticaron un extraño cáncer óseo en el brazo derecho. Para evitar la amputación de su brazo dominante, se sometió a una cirugía innovadora en la Clínica Cleveland, que trasplantó un hueso de su pierna izquierda para sustituir al hueso afectado. Hoy, a sus 14 años, el adolescente destaca en el equipo de baloncesto de su colegio, sorprendiendo a los médicos con su recuperación y habilidad.
En 2016, Myles llegó a casa de la guardería quejándose de dolor en el hombro. “Tenía un poco de hinchazón, pero dijo que se había golpeado contra la pared”, dijo Brittney Atkinson, la madre del niño, a PEOPLE. La hinchazón creció, y el padre sugirió una visita al pediatra. Tras una radiografía, la familia recibió un diagnóstico grave: osteosarcoma, un cáncer óseo en fase avanzada.
Hasta hace poco, el tratamiento para este tipo de cáncer era la amputación del miembro afectado. Pero el cirujano ortopédico Dr. Nathan Mesko, jefe de la Sección de Oncología Ortopédica de la Clínica Cleveland, optó por un procedimiento más creativo: trasplantar el peroné, un hueso «redundante» de la pierna de Myles, a su brazo después de que la quimioterapia hubiera reducido el tumor. “Realmente creo que podemos hacerlo. Esta es la mejor oportunidad de darle a Myles un brazo y librarle del cáncer”, dijo el médico a la familia antes de la operación, que duró 18 horas.
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Tras el trasplante, Myles se enfrentó al reto de recuperar el movimiento de su brazo. Tres meses después, en un accidente mientras jugaba, se rompió el hueso trasplantado, que sanó como si fuera el original.
Hoy destaca en el equipo de baloncesto del colegio, aprendiendo a tirar con la mano izquierda, ya que la derecha aún se está recuperando. “Realmente no pienso en ello. Siento como si no hubiera ocurrido. Mi cuerpo funciona con normalidad”, dice el adolescente.
El Dr. Mesko destaca la sorprendente recuperación del chico: “Ni en un millón de años imaginé que sería capaz de mover completamente la mano por encima de la cabeza, lanzar una pelota de baloncesto… Me asombró”.
Myles tiene ahora planes para seguir jugando al baloncesto durante el instituto. “Me siento bendecido de que me hayan ayudado, porque no habría sabido qué hacer si hubiera perdido el brazo”, afirma.
Para el médico, la historia del chico es una lección de resiliencia: “Ver a alguien que ha afrontado el reto y ha salido adelante es emocionante. Yo habría dicho que me alegraría si en cinco años tuviera un brazo y no tuviera cáncer. Él va mucho más allá”.