A punto de cumplir 60 años, Rosângela Maria da Silva y Alexander Von Buldring, residentes en Avanhandava, en el interior de São Paulo (Brasil), no esperaban que sus vidas cambiaran tan repentinamente. Cuando ya buscaban tranquilidad y estabilidad en la zona rural donde vivían, trabajando en la producción de leche para empresas alimentarias, recibieron la noticia que transformaría su trayectoria: había un bebé disponible para adopción y ellos eran los siguientes en la fila.
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Tras 11 años de espera en el sistema, la pareja vio cumplido su sueño con la llegada de Elza Mary, una recién nacida de apenas dos días, nacida en Penápolis (San Pablo), a sólo 15 kilómetros de donde viven. “Cuando nos dijeron que estaba al lado y que era un bebé, nos quedamos en shock. Pensé que estábamos soñando”, cuenta Rosângela a Gshow.
La historia de los padres
La pareja se conoció en 2017, en la región de Vitória, a través de amigos comunes y familiares. Ella es de Minas Gerais y él de São Paulo y de ascendencia alemana. Juntos desde hace cuatro años, decidieron intentar tener hijos. En aquel momento, Rosângela tenía 43 años y Alex, 45. Sin diagnóstico de infertilidad, pero conscientes de las dificultades impuestas por su edad, probaron tratamientos hormonales y la fecundación con óvulos donados. Ninguno de los dos intentos tuvo éxito.
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“Utilicé muchas hormonas. Cuando nada funcionaba, la frustración era enorme”, recuerda Rosângela. Alex sugirió entonces interrumpir los tratamientos, teniendo en cuenta el impacto emocional que causaban. En 2012, la pareja se puso a la cola de las adopciones. Tras entrevistas con psicólogos y jueces, recibieron la autorización oficial.
Inicialmente, buscaban un niño de hasta cinco años, de cualquier sexo o región. En los primeros años, Rosângela siguió de cerca el proceso, pero con el tiempo, la esperanza se desvaneció: “Al cabo de seis años, ya no pensábamos en ello, ni siquiera lo recordábamos bien. Pensábamos que no tendríamos hijos”, reveló.
El día que estaban esperando
Hasta que, en agosto de 2023, una llamada del foro lo cambió todo. Convocaron a la pareja a una reunión a distancia y les informaron de que había una niña disponible. En cuestión de horas, tuvieron que tomar la decisión más importante de sus vidas. “No dejaba de pensar: ‘Cuando ella tenga 25 años, yo tendré casi 95’. Pero la edad acabó pasando a un segundo plano”, dice Alex.
La noticia fue bien recibida por la familia, y a los dos días Elza Mary Von Buldring llegó a casa. Su nombre fue elegido en honor de la madre de Alex. Una amiga de Rosângela, que ahora es la madrina de la niña, ayudó con los primeros artículos de la canastilla. “Fue una sincronización del universo. Tuvimos a las personas adecuadas para ayudarnos. Yo no sé nada de bebés” dice el padre. Como la pareja no tuvo nueve meses para prepararse, el proceso de adaptación fue intenso. “Cuando por fin la cogí por primera vez, ni siquiera pensé que no había salido de mí”, dice la madre.
Alex reflexiona sobre su edad: “Quizá tenemos más experiencia y podemos afrontar las situaciones con más calma. Somos padres y abuelos al mismo tiempo”. Rosângela añade: “La edad está ahí, pero es cómo te sientes. Hoy me siento mucho más preparada para ser madre que cuando era joven”.