
Tensión creciente entre Nicolás Maduro y Donald Trump por el petróleo venezolano. (Foto: Instagram)
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado recientemente su ofensiva contra Venezuela, reavivando su interés por el petróleo del país sudamericano, que posee las mayores reservas del mundo. Durante la última campaña electoral, Trump lamentó no haber podido acceder a dicho recurso tras no ser reelegido en 2020, y ahora, bajo su actual administración, ha puesto nuevamente el tema en el centro de su agenda.
Desde agosto, Estados Unidos ha desplegado una operación militar en América Latina y el Caribe, bajo el pretexto de combatir el narcotráfico. La operación, denominada "Lanza del Sur", incluye el envío de buques de guerra, marines, un submarino nuclear, cazas F-35 y el portaaviones USS Gerald R. Ford. Hasta el momento, 27 embarcaciones han sido atacadas, con un saldo de 99 muertos, aunque el Pentágono no ha presentado pruebas concluyentes sobre los supuestos vínculos con el narcotráfico.
Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, ha sido señalado por Washington como líder del cartel de Los Soles, ahora catalogado como organización terrorista internacional. Esta clasificación ha abierto la puerta a operaciones militares estadounidenses en otros países bajo la justificación de combatir el terrorismo.
Trump ha sugerido que las operaciones podrían extenderse a territorio venezolano, acusando a Maduro de "robar petróleo" a Estados Unidos y de financiar actividades criminales como el terrorismo, el tráfico de personas y el secuestro. Estas acusaciones, sin embargo, carecen de pruebas concretas y se basan en las sanciones impuestas por EE.UU. desde la era Obama, intensificadas durante el primer mandato de Trump.
Expertos como Carolina Pedroso, profesora de Relaciones Internacionales en la Unifesp, consideran que las declaraciones de Trump buscan aumentar la presión sobre el gobierno de Maduro sin recurrir a una intervención militar directa, debido a sus altos costes e imprevisibilidad.
Paralelamente, el gobierno estadounidense ha iniciado contactos con empresas petroleras nacionales para explorar su interés en retomar operaciones en Venezuela si Maduro abandona el poder. No obstante, la respuesta del sector ha sido negativa, citando los elevados riesgos económicos.


