Un jurado popular en Goiânia, Brasil, absolvió a Dedilson de Oliveira Souza, padre de un niño de 8 años que murió atropellado por un conductor ebrio en diciembre de 2022. El veredicto, emitido a principios de septiembre de 2025, ha provocado un intenso debate sobre los límites entre justicia, dolor y legítima defensa.
El trágico incidente ocurrió cuando el pequeño Danilo Pignata vendía caramelos junto a su padre en la acera. Francilei da Silva Jesus, bajo los efectos del alcohol, invadió la acera con su vehículo, arrollando a ambos. El niño no sobrevivió. En un arrebato de dolor y desesperación, Dedilson reaccionó violentamente, propinando patadas y pedradas al conductor, que falleció días después a causa de las lesiones.
Durante el juicio en la 2ª Vara Criminal de Crímenes Dolosos Contra la Vida, los jurados reconocieron que Dedilson actuó bajo un estado emocional extremo, incapaz de razonar tras la pérdida repentina de su hijo. Por unanimidad, decidieron absolverlo.
La decisión judicial ha dividido a la opinión pública brasileña. Mientras algunos la consideran un acto de humanidad ante una tragedia indescriptible, otros alertan sobre el peligro de validar la justicia por mano propia y relativizar el imperio de la ley.
El caso ha reabierto un debate profundo en la sociedad: ¿puede el dolor justificar un acto extremo? ¿Qué papel debe jugar la justicia cuando las emociones humanas superan la razón? Aunque Dedilson sigue enfrentando el duelo, la resolución judicial marca un precedente que podría influir en casos similares en el futuro.


