Donald Trump defiende ataque militar en el Caribe pese a denuncias de posible crimen de guerra. (Foto: Instagram)
Un ataque militar estadounidense realizado el 2 de septiembre en el mar Caribe ha generado una intensa controversia en Estados Unidos. La operación, ordenada bajo la presidencia de Donald Trump, tuvo como objetivo una embarcación venezolana presuntamente involucrada en el narcotráfico. Sin embargo, nuevas investigaciones revelan que el barco no tenía como destino Estados Unidos, sino Surinam, donde se reuniría con otra embarcación mayor para continuar una ruta de tráfico hacia Europa.
El ataque, que no dejó sobrevivientes según la versión inicial, fue el primero de una serie de más de veinte bombardeos llevados a cabo por las fuerzas armadas estadounidenses en el Caribe y el Pacífico, como parte de una ofensiva para frenar el narcotráfico internacional. El almirante Frank Bradley, encargado de supervisar la operación, compareció ante el Congreso para ofrecer explicaciones.
La situación se agravó cuando se conoció que al menos dos de los once tripulantes sobrevivieron al primer bombardeo y pidieron auxilio, pero fueron alcanzados por un segundo ataque autorizado por el secretario de Defensa, Pete Hegseth. Esta acción ha sido duramente criticada por parlamentarios demócratas, quienes la califican de crimen de guerra. El manual del Pentágono sobre derecho de guerra prohíbe atacar a combatientes heridos o naufragados que ya no representan una amenaza.
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, defendió el segundo ataque alegando la necesidad de garantizar la destrucción total del barco. Por su parte, el presidente Donald Trump reiteró su apoyo a la operación, afirmando: “Yo apoyo la decisión de hundir los barcos”.
Mientras los republicanos, como el senador Tom Cotton, respaldan la legalidad de la acción, los demócratas han expresado su profunda preocupación. El congresista Jim Himes calificó el segundo bombardeo como “una de las cosas más perturbadoras” que ha presenciado en su carrera pública.
El incidente ha reavivado el debate sobre el uso de la fuerza en operaciones antidroga y la actuación militar estadounidense en América Latina.
