Lo que debía ser un parto tranquilo en un hospital terminó en una experiencia angustiosa para Mercedes Wells, una mujer embarazada de Indiana, Estados Unidos. El pasado 16 de noviembre, Mercedes acudió al hospital Franciscan Health Crown Point acompañada de su marido, Leon, con contracciones regulares. A pesar del dolor persistente y de tener contracciones cada 15 minutos, no fue atendida por ningún médico. Solo una enfermera la examinó, detectando una dilatación de 3 cm, y le indicó que debía regresar a casa, alegando que era la indicación médica, aunque ningún doctor la llegó a ver.
Ocho minutos después de abandonar el hospital, Mercedes dio a luz en el asiento del coche, al borde de la carretera. Leon, sin experiencia médica, asistió el parto improvisado, deteniendo el vehículo al ver la cabeza del bebé. A pesar de las circunstancias, la niña nació sana.
El caso se hizo viral en redes sociales gracias a un vídeo donde se ve a Mercedes siendo empujada en una silla de ruedas fuera del hospital, visiblemente en dolor. La repercusión mediática provocó la reacción inmediata del centro sanitario. Raymond Grady, director ejecutivo del hospital, reconoció la negligencia y anunció el despido tanto de la enfermera como del médico responsables.
Este incidente ha reavivado el debate sobre el trato que reciben las mujeres negras durante el embarazo en el sistema de salud estadounidense. Mercedes expresó sentirse deshumanizada, comparando el trato recibido con el de un animal. Leon calificó la experiencia como uno de los momentos más duros de su vida, al ver a su esposa sufrir sin recibir la atención médica necesaria.
