Andrew McAuley, reconocido aventurero australiano, desapareció trágicamente en 2007 tras intentar cruzar el peligroso Mar de Tasmania en un kayak. McAuley ya era una figura destacada entre escaladores y kayakistas antes de embarcarse en esta arriesgada expedición, que pretendía conectar Australia con Nueva Zelanda por mar abierto.
Su pasión por los deportes extremos comenzó años antes, con hazañas como la travesía del Estrecho de Bass en 2003 y una ruta de más de 500 km por el Golfo de Carpentaria. En 2005, fue nombrado Aventurero del Año, consolidando su reputación como uno de los deportistas de aventura más intrépidos del país.
Tras una década de preparación, realizó su primer intento de cruzar el Mar de Tasmania en diciembre de 2006, pero tuvo que abortar la misión debido a un cuadro de hipotermia. No obstante, el 11 de enero de 2007 volvió a zarpar, esta vez con un kayak especialmente adaptado para largas distancias y aislamiento térmico. Durante los primeros días, mantenía contacto regular con su familia, enviando mensajes optimistas y grabando vídeos.
Sin embargo, a medida que avanzaba la travesía, McAuley comenzó a mostrar señales de agotamiento. En una de sus últimas grabaciones confesó que el viaje era más duro de lo esperado. El 8 de febrero envió un mensaje a su esposa anunciando con entusiasmo que se verían el domingo. Pero al día siguiente, se recibió un pedido de socorro: la Guardia Costera escuchó las palabras “ayuda” y “hundimiento”.
Las operaciones de búsqueda comenzaron el 10 de febrero. Su kayak fue hallado en buen estado, pero sin rastro del aventurero. Una cámara recuperada contenía la última imagen de McAuley. Expertos creen que pudo haber volcado con la cabina abierta, impidiéndole volver a la superficie.
Las labores de rescate se suspendieron el 12 de febrero y su cuerpo nunca fue encontrado. Desde entonces, se le considera fallecido. Su última frase grabada —“Puede que haya mordido más de lo que puedo masticar”— se ha convertido en un símbolo de su valentía y determinación.


