Ion Chiperi, un joven británico de 22 años, sufrió un ictus mientras descansaba junto a su esposa embarazada, Doina, en su casa en Sevenoaks, Reino Unido. Comenzó a experimentar síntomas alarmantes como dificultad para hablar y pérdida de sensibilidad en las piernas. Preocupada, Doina llamó a los servicios de emergencia. Sin embargo, los paramédicos minimizaron la situación, atribuyendo los síntomas a una supuesta embriaguez, a pesar de que Doina insistió en que Ion no había consumido alcohol.
A la mañana siguiente, Doina encontró a Ion inconsciente y con espuma en la boca. Aunque los servicios de emergencia volvieron a dudar de la gravedad, finalmente lo trasladaron al hospital. Allí, esperó alrededor de diez horas antes de someterse a una resonancia magnética que reveló coágulos en el cerebro. Fue operado de urgencia, pero el retraso en el diagnóstico y tratamiento causó daños neurológicos severos.
Un mes y medio después del ictus, Ion no puede hablar ni moverse, y solo puede comunicarse mediante el parpadeo. El caso ha generado indignación, ya que los médicos reconocieron que los paramédicos se equivocaron al no trasladarlo de inmediato. Matthew Trainer, director del NHS Trust responsable, lamentó lo sucedido y explicó que una primera tomografía no mostró anomalías, pero que tras otros exámenes se le realizó una trombectomía ese mismo día.
Ahora, Doina ha iniciado una campaña de recaudación de fondos para emprender acciones legales contra el sistema de salud británico por negligencia. La familia mantiene la esperanza de que Ion algún día pueda sostener a su hijo en brazos.


