Una serie de correos electrónicos divulgados por la Comisión de Supervisión de la Cámara de Representantes de Estados Unidos ha generado una nueva ola de controversia en torno al presidente Donald Trump. En los mensajes, intercambiados entre Jeffrey Epstein, Ghislaine Maxwell y el autor Michael Wolff, Epstein afirma que Trump conocía casos de abuso sexual contra menores relacionados con su red de explotación.
En un correo de 2011, Epstein asegura que Trump estuvo en su residencia durante varias horas acompañado de una de las víctimas. En otro mensaje, fechado en 2019, el empresario sostiene que Trump le pidió a Maxwell que cesara sus actividades y que incluso solicitó la expulsión de Epstein de un club en Mar-a-Lago, aunque este último niega haber sido socio del lugar.
Epstein se refiere al presidente como un “perro que no ladró”, insinuando que, aunque presente, Trump nunca fue formalmente implicado en las investigaciones. En 2015, Michael Wolff advirtió a Epstein de que la CNN planeaba interrogar a Trump sobre su relación con él. Epstein respondió preguntando cómo debía reaccionar, a lo que Wolff sugirió dejar que Trump “se ahorcara solo”, dando a entender que una negación pública podría ser aprovechada estratégicamente.
A pesar de las acusaciones, Trump ha negado cualquier vínculo con las actividades criminales de Epstein. Sin embargo, documentos y fotografías confirman que ambos mantenían una relación cercana en los años 1990 y principios de los 2000, asistiendo juntos a eventos sociales. En una entrevista de 2002, Trump llegó a elogiar a Epstein, diciendo que “le gustaban las mujeres jóvenes”.
La publicación de estos correos ha llevado al congresista demócrata Robert Garcia a exigir a la procuradora general Pam Bondi la liberación de todos los archivos relacionados con el caso. Garcia acusa a la Casa Blanca de intentar encubrir el posible involucramiento del presidente y asegura que los demócratas seguirán presionando por transparencia.
