A los 11 años, Sam Taylor, originario de Sammamish (Estados Unidos), comenzó a sufrir dolores de cabeza persistentes y problemas de visión. Lo que inicialmente pareció una dolencia menor fue diagnosticado como un glioma óptico, un tipo raro de tumor cerebral que afecta el nervio óptico. Debido a la localización del tumor, la cirugía no era viable sin el riesgo de ceguera permanente, por lo que Sam se sometió a 15 meses de quimioterapia.
Durante el tratamiento, Sam enfrentó intensos efectos secundarios, como náuseas constantes y reacciones alérgicas, lo que obligó a los médicos a suspender la terapia en varias ocasiones. A pesar de ello, continuó con sus estudios y trató de mantener una vida adolescente lo más normal posible.
Ya en la universidad, en la Universidad de Washington, el tumor volvió a crecer, lo que requirió nuevas rondas de tratamiento. En 2024, Sam sufrió una hemorragia cerebral que lo llevó de nuevo al quirófano, donde los médicos le colocaron dos drenajes para aliviar la presión en el cerebro.
Lejos de rendirse, Sam y su familia fundaron la organización sin ánimo de lucro Strong4Sam, con la que han recaudado más de 1,2 millones de dólares (aproximadamente 1,12 millones de euros) para el Fred Hutchinson Cancer Research Center en Seattle. Su objetivo es financiar investigaciones sobre tratamientos menos tóxicos y brindar apoyo a familias afectadas por el cáncer.
Sam también utiliza sus redes sociales para compartir su historia y ofrecer apoyo emocional a otros pacientes. “Quiero ser un recurso y un brazo extendido para quienes pasan por esto”, declaró. A punto de graduarse, afirma vivir con propósito y gratitud, consciente de la fragilidad de la vida.


                            
                            
                            
                            
                            