Maurice Hastings, un ciudadano estadounidense de 72 años, ha sido indemnizado con $ 25 millones de dólares (aproximadamente € 23,4 millones de euros) tras pasar 38 años en prisión por un crimen que no cometió. Hastings fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional en 1983, acusado del asesinato y agresión de Roberta Wydermyer, quien fue hallada muerta con un disparo en la cabeza.
Durante décadas, Hastings proclamó su inocencia. Su defensa denunció que dos agentes del Departamento de Policía de Inglewood y un investigador de la Fiscalía del Condado de Los Ángeles manipularon pruebas para incriminarlo. Aunque en la autopsia de la víctima se recogieron muestras biológicas, su solicitud en el año 2000 para realizar pruebas de ADN fue rechazada.
No fue hasta 2021 que la Unidad de Integridad de Condenas reexaminó las pruebas, concluyendo que Hastings no era el autor del crimen. El análisis de ADN identificó a Kenneth Packnett, un criminal condenado por delitos similares, como el verdadero responsable. Packnett, que había sido arrestado semanas después del asesinato con objetos personales de la víctima, nunca fue investigado y falleció en 2020 mientras cumplía condena por otro delito.
En 2022, la condena de Hastings fue anulada y, en 2023, un juez del estado de California reconoció su “inocencia factual”, una declaración legal que confirma que no cometió el delito. Hastings, ahora en libertad, vive en el sur de California y colabora con su comunidad religiosa.
“Ninguna cantidad de dinero podrá devolverme los 38 años que me robaron, pero este acuerdo representa un cierre a una larga travesía”, expresó Hastings en un comunicado. Su abogado, Nick Brustin, subrayó que este caso debe servir como advertencia a las fuerzas del orden: “Los departamentos de policía deben entender que hay un alto precio por permitir errores tan graves”.
Este caso representa la mayor compensación otorgada en el estado de California por una condena errónea.
