Mallory Carlson, una madre estadounidense de 30 años, enfrenta una situación desgarradora tras descubrir que sus hijas gemelas, Josie y Lucy, fueron diagnosticadas con un tipo extremadamente raro y agresivo de leucemia infantil. El diagnóstico se produjo antes de que las niñas cumplieran un año, en una condición con una probabilidad inferior a una entre 10 millones.
La gestación ya había sido catalogada de alto riesgo, y las pequeñas nacieron prematuras, con menos de 2 kg, permaneciendo varias semanas en la UCI neonatal. Tras el alta, Mallory notó síntomas preocupantes en Josie, como fiebre persistente y palidez, que la llevaron a solicitar exámenes más exhaustivos. Poco después, los médicos confirmaron también la enfermedad en Lucy, explicando que el cáncer se habría transmitido en el útero debido a la placenta compartida.
Ambas niñas participan actualmente en un ensayo clínico experimental en Seattle, que ha mostrado resultados preliminares positivos. Sin embargo, la madre afirma que los médicos les han advertido sobre la posibilidad de que se suspenda la financiación del estudio, lo que pondría en riesgo la continuidad del tratamiento. Mallory expresó su angustia: “Parece que solo tenemos un 25% de posibilidades de que ambas sobrevivan. Quiero cambiar esas probabilidades”.
Además del desafío médico, la familia enfrenta repercusiones emocionales. El hijo mayor de Mallory, Rowen, de 4 años, ha mostrado signos de estrés y cambios de comportamiento debido a la situación familiar. La madre ha buscado apoyo psicológico para ayudarle a sobrellevar la crisis.
A pesar de la incertidumbre, Mallory mantiene la esperanza y la determinación de luchar por la vida de sus hijas. “Es un milagro que estén vivas. Me siento impotente, pero confío en que los médicos harán todo lo posible. Mi papel es luchar para que tengan la oportunidad de crecer, envejecer y vivir una buena vida”, declaró.