John Allen Chau, un misionero cristiano estadounidense de 27 años, fue asesinado con flechas tras intentar ingresar ilegalmente a la isla North Sentinel, en el archipiélago de Andamán y Nicobar, India. Esta isla está habitada por los Sentinelese, una de las últimas tribus completamente aisladas del mundo, cuyo contacto con el exterior está prohibido por la legislación india para preservar su cultura y proteger su salud de enfermedades externas.
El antropólogo indio Triloknath Pandit, quien tuvo contacto con la tribu entre los años 60 y 90, lamentó la muerte del joven, pero afirmó que fue consecuencia de su insistencia temeraria. Pandit relató que durante sus expediciones nunca ingresó a la isla, sino que dejaba regalos como cocos y hierro en la playa, y siempre se retiraba al menor signo de hostilidad. En una ocasión, incluso fue amenazado por un joven con un machete, lo que lo llevó a abandonar el lugar de inmediato.
Chau, sin embargo, decidió acercarse repetidamente a pesar de las advertencias y del riesgo evidente. Según Pandit, el misionero tuvo oportunidades de salvarse, pero persistió en su intento de evangelización, lo que acabó costándole la vida. Tras su muerte, organizaciones como Survival International solicitaron que no se intentara recuperar su cuerpo, para evitar más conflictos con la tribu.
Los Sentinelese son descendientes de grupos humanos que han habitado esa región durante hasta 55.000 años. Su aislamiento ha sido protegido por el gobierno indio precisamente para evitar el riesgo de violencia y la introducción de enfermedades frente a las cuales no tienen inmunidad. Pandit subrayó que no deben ser considerados hostiles, sino como un pueblo que lucha por preservar su modo de vida frente a las amenazas externas.
Este trágico episodio ha reavivado el debate sobre los límites del proselitismo religioso y la necesidad de respetar la autonomía y los derechos de los pueblos indígenas aislados.
