El personal de un acuario de Japón encontró una ingeniosa solución para hacer frente al inusual comportamiento de un pez luna que parecía deprimido por la ausencia de visitantes durante la remodelación del recinto.
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En el Kaikyokan, situado en Shimonoseki, al sur de Japón, la rutina se vio interrumpida cuando un pez luna empezó a mostrar signos de apatía y dejó de alimentarse. Este pez, perteneciente a la familia Molidae y conocido por ser el pez óseo más pesado del mundo, suele ser el centro de atención de los visitantes, pero desde el cierre del acuario en diciembre, su comportamiento ha cambiado drásticamente.
Preocupado por el bienestar del animal, el equipo realizó pruebas y descartó enfermedades físicas, hasta que planteó la hipótesis de que la soledad era la causa del problema. Para resolver la situación, el personal creó «visitantes simulados» con perchas, ropa y caras de cartón, colocándolos estratégicamente frente al tanque.
La respuesta del pez luna fue inmediata y positiva. Al día siguiente, volvió a nadar con energía y reanudó su alimentación. Según los cuidadores, esta especie, a pesar de vivir en mar abierto, mostraba una personalidad curiosa y una fuerte conexión con el entorno interactivo del acuario, donde a menudo buscaba la atención de los visitantes.
El caso llamó la atención en las redes sociales, donde el acuario compartió imágenes del pez luna observando a sus improvisados «fans». La historia pone de relieve tanto la sensibilidad de los animales marinos como la creatividad humana a la hora de afrontar los retos que plantea la preservación del bienestar animal.
Este episodio, además de curioso, plantea reflexiones sobre las necesidades emocionales de los animales mantenidos en cautividad y la importancia de comprender su comportamiento para proporcionarles condiciones que favorezcan su salud y calidad de vida.