Dos pescadores, Randall Spivey, de 57 años, y su sobrino Brandon Billmaier, de 33, zarparon de Fort Myers, Florida, el 19 de diciembre para una jornada de pesca que debía durar pocas horas, pero nunca regresaron. Al no haber comunicación y transcurrir la tarde, la familia alertó a la Guardia Costera alrededor de las 20:00, lo que desató una amplia búsqueda con barcos, aviones y helicópteros en el Golfo de México.
Poco antes de la medianoche hallaron la embarcación a la deriva a unos 113 kilómetros de la costa, con el motor en marcha y sin signos de daños, pero sin rastro de los tripulantes. La ausencia de indicios de violencia o fallos mecánicos llevó a las autoridades a barajar la hipótesis de un accidente súbito.
Días después, Deborah Billmaier, esposa de Brandon, reveló la última frase que recibió de él antes de zarpar: “Te amo y te veo hoy por la noche. Volveré a casa hoy”, lo que demuestra que no esperaban ningún contratiempo. La teoría principal sostiene que uno de los pescadores cayó al agua y el otro saltó para ayudarle, sin percatarse de que el barco continuaba en movimiento, lo que les impidió volver a bordo nadando.
Tras varios días sin localizar vestigios de Randall ni Brandon, la Guardia Costera informó a la familia de que, de estar en la superficie, probablemente ya habrían sido avistados. Finalmente, se decidió interrumpir la búsqueda y los allegados piden respeto y comprensión en este momento tan difícil.


