Marisa Christie, una mujer del estado de Texas, vivió una experiencia médica extraordinaria y casi fatal durante el nacimiento de sus trillizos. Tras someterse a una cesárea de emergencia, sufrió una embolia de líquido amniótico, una complicación extremadamente rara y letal, con una tasa de mortalidad que puede llegar al 85%.
Esta condición provocó una parada cardíaca súbita, dejando a Marisa sin signos vitales durante aproximadamente 45 minutos. Fue declarada clínicamente muerta antes de que el equipo médico lograra reanimarla con éxito mediante el uso de soporte vital avanzado, incluyendo una máquina que asumió temporalmente las funciones de su corazón y pulmones.
Después de permanecer en coma durante seis días, Marisa despertó sin recuerdos del parto, algo habitual en casos de trauma severo y falta de oxígeno en el cerebro. Al recuperar la conciencia, se encontró con que sus tres hijos estaban vivos y en buen estado de salud.
Su recuperación incluyó un proceso de rehabilitación con sesiones de fisioterapia para volver a caminar. El caso fue considerado por el personal médico como un milagro, destacando el papel crucial del equipo de reanimación y la tecnología médica disponible. El anestesista que participó en la intervención calificó la supervivencia de Marisa como algo fuera de lo común, dada la gravedad de su situación clínica.
La historia de Marisa Christie ha conmovido a la comunidad médica y al público, siendo un testimonio del poder de la medicina de emergencia y de la resistencia humana ante circunstancias extremas.


