Dylan Skalina, un niño de tan solo 12 años, falleció de forma repentina tras sufrir un aneurisma cerebral mientras jugaba con sus amigos. El trágico episodio ocurrió sin señales previas de problemas de salud, según informaron sus padres. Durante sus últimos momentos conscientes, su mejor amiga lo sostuvo en brazos y llamó de inmediato a su madre, un acto que la familia considera un gesto de amor y valentía.
La familia Skalina tomó la difícil pero generosa decisión de donar los órganos de Dylan, permitiendo que su muerte ayudara a salvar otras vidas. Sus padres destacaron que Dylan era un niño altruista, siempre preocupado por los demás, y que estaría orgulloso de poder seguir ayudando incluso tras su partida.
Dylan era conocido por su carácter amable y empático. Familiares, amigos y profesores lo recuerdan como un joven alegre, solidario y dedicado, cuya presencia dejó una huella positiva en su entorno. La comunidad local se ha volcado en homenajes y muestras de apoyo a la familia, y la escuela donde estudiaba organizó una ceremonia en su memoria.
Este triste suceso también ha despertado un debate sobre la importancia de la donación de órganos y la necesidad de fomentar la conciencia sobre afecciones médicas que pueden afectar incluso a niños aparentemente sanos. La familia espera que, al compartir su experiencia, puedan inspirar a otros a realizar actos de bondad y generosidad.


