Milli Tanner, una joven británica de Evesham, Worcestershire, comenzó a experimentar síntomas preocupantes a los 19 años, como dolores abdominales y sangrado rectal. A pesar de acudir repetidamente a centros médicos entre 2021 y 2023, sus síntomas fueron minimizados o atribuidos a causas menores como cólicos menstruales o hemorroides. Incluso se llegó a sugerir que su malestar podía deberse al consumo de alcohol.
Durante dos años, Tanner fue atendida por distintos profesionales de salud, incluyendo visitas al servicio de urgencias y llamadas al sistema de emergencia británico, sin obtener respuestas concluyentes. En total, fue ignorada en 13 ocasiones. A pesar de insistir en que sus síntomas no estaban relacionados con su ciclo menstrual, no se le realizaron pruebas más profundas.
Ante la falta de respuestas, decidió comprar por su cuenta un test inmunológico fecal (FIT), que detecta sangre oculta en las heces, un posible indicio de cáncer colorrectal. El resultado fue positivo, pero aún así enfrentó resistencia médica hasta que una prueba oficial confirmó el hallazgo. Solo entonces se le programó con urgencia una colonoscopia, tras haber sido informada inicialmente de que tendría que esperar unas 60 semanas.
Finalmente, fue diagnosticada con cáncer colorrectal en estadio 3, con metástasis en los ganglios linfáticos. Inició tratamiento intensivo con quimioterapia, radioterapia y cirugía, incluyendo el uso de una bolsa de colostomía. Actualmente, con 23 años, está libre de señales detectables de la enfermedad, aunque sigue bajo control médico.
Tanner considera que su edad fue un factor clave para que sus síntomas fueran subestimados y hace un llamado a otras personas a confiar en sus instintos y exigir atención médica adecuada. Su caso resalta también la importancia de pruebas como el FIT para el diagnóstico precoz del cáncer, tal como recomienda el sistema de salud del Reino Unido.


