Karen McGonigal, una británica de 53 años, falleció tras inyectarse semaglutida, un medicamento destinado a la pérdida de peso, adquirido de forma ilegal en un salón de belleza. Según informaron sus hijas, la inyección fue aplicada en mayo de este año y costó aproximadamente 24 euros.
La semaglutida, comercializada bajo nombres como Wegovy, Ozempic y Rybelsus, actúa sobre el control del apetito y la saciedad. Karen recurrió al mercado clandestino después de ser informada de que no podría obtener el fármaco a través del Servicio Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido.
De acuerdo con la cadena ITV News, una esteticista ofreció el producto a Karen mediante conversaciones en línea y lo aplicó sin ningún protocolo sanitario, interrumpiendo incluso el servicio a otra clienta para administrar la dosis en la parte trasera del establecimiento.
Abbie y Ffion, hijas de Karen, relataron que su madre sufría problemas de autoestima y deseaba adelgazar para recuperar la confianza en sí misma. Sin embargo, pocos días después de la inyección, comenzó a experimentar fuertes dolores abdominales y dificultades respiratorias. Fue ingresada en cuidados intensivos, donde permaneció dos días antes de fallecer.
La policía británica confirmó a la revista People que dos personas fueron detenidas durante la investigación. Una de ellas fue acusada de homicidio culposo y administración de sustancia nociva, mientras que la otra enfrenta cargos por distribución de sustancia controlada.
Este trágico caso pone de manifiesto los peligros del uso de medicamentos sin supervisión médica y adquiridos fuera de los canales legales, especialmente en un contexto en el que la presión social por la imagen corporal continúa afectando a miles de personas.


