Zack Van Aarde, un británico de 41 años y padre de dos hijos, comenzó en enero de 2024 a experimentar síntomas aparentemente inofensivos como acidez y malestar estomacal. Pensando que se trataba de un simple caso de reflujo ácido, acudió al médico, quien le recetó medicamentos comunes. Sin embargo, su situación se agravó progresivamente hasta que, en julio de 2025, Zack colapsó en su casa y vomitó sangre, lo que llevó a su hospitalización urgente.
En el Derriford Hospital de Plymouth, los médicos inicialmente sospecharon de una úlcera, pero una endoscopia reveló un diagnóstico devastador: cáncer de esófago en estadio cuatro. El tumor, de aproximadamente seis centímetros, requiere un tratamiento agresivo. Zack ya ha comenzado sesiones de quimioterapia cada dos semanas y se somete a controles médicos constantes para evaluar la evolución de la enfermedad.
A pesar del impacto emocional, Zack mantiene una actitud positiva y ha optado por terapias complementarias bajo supervisión médica, como sesiones en cámara hiperbárica, infusiones intravenosas de vitamina C y tratamiento con luz roja, con el objetivo de apoyar la regeneración celular.
Para afrontar los elevados costes del tratamiento, especialmente aquellos no cubiertos por el sistema público de salud británico, su familia ha lanzado una campaña en GoFundMe. Como gesto simbólico, Zack se ha comprometido a correr 1,6 kilómetros por cada 10 libras esterlinas recaudadas (aproximadamente 11,70 euros), mostrando así su determinación por seguir luchando y estar presente para su esposa e hijos.
El caso de Zack ha conmovido a muchas personas y actúa como un recordatorio de la importancia de no ignorar síntomas persistentes. Los médicos insisten en la necesidad de realizar nuevos exámenes si los síntomas continúan o empeoran, ya que podrían ser señales de enfermedades graves como el cáncer.