En la ciudad de Sharana, en Afganistán, el agricultor Mia Khan se ha convertido en un símbolo de perseverancia y compromiso con la educación femenina. A pesar de ser analfabeto y depender de trabajos diarios para sobrevivir, Khan recorre cada día 12 kilómetros en motocicleta para llevar a sus tres hijas a la escuela Nooraniya, administrada por el Comité Sueco para el Afganistán. No solo las acompaña, sino que espera fuera del centro educativo hasta que finalizan las clases, demostrando así su dedicación inquebrantable.
Khan ha declarado que su mayor deseo es que sus hijas reciban la misma educación que los varones, especialmente en una región donde no hay médicas. “La educación de mis hijas es muy valiosa para mí”, afirmó, añadiendo que sueña con verlas ocupar ese espacio profesional en el futuro.
La historia fue compartida a través de una publicación en Facebook por el Comité Sueco para el Afganistán y rápidamente se volvió viral, generando miles de reacciones, comentarios de admiración y mensajes de apoyo. Muchos usuarios lo calificaron como un héroe y un ejemplo de padre.
La escuela Nooraniya atiende a cientos de niños en la región y representa una de las pocas oportunidades educativas en zonas rurales del país, especialmente para niñas, en un contexto donde la educación femenina sigue siendo limitada por restricciones sociales y políticas.
La historia de Mia Khan resalta la importancia de la educación como herramienta de transformación social y el papel fundamental que juegan los padres en abrir caminos hacia un futuro mejor para sus hijos, incluso en las circunstancias más adversas.