Stephanie Wysaski, una mujer estadounidense de 35 años residente en Naperville, Illinois, recibió en marzo una doble noticia que cambió su vida: estaba embarazada de su cuarta hija y, poco después, fue diagnosticada con cáncer de mama.
Desde entonces, ha enfrentado un complejo proceso médico mientras continúa con su embarazo. Ya ha sido sometida a una cirugía para extirpar el tumor y ha recibido cuatro sesiones de quimioterapia, que ella llama “la medicina fuerte de mamá”. Sin embargo, debido al embarazo, los médicos no pueden realizar pruebas más avanzadas como resonancias con contraste o PET Scan, ya que podrían afectar al feto.
El parto ha sido programado para el 20 de octubre, cuando Stephanie estará en la semana 34 de gestación. Solo después del nacimiento podrán evaluar con precisión la gravedad del cáncer y definir el tratamiento completo, que incluirá radioterapia.
El cáncer fue detectado por casualidad, tras ver un programa de televisión que promovía el autoexamen. Al notar un bulto, inicialmente lo atribuyó a la lactancia y no le dio importancia. Posteriormente, fue diagnosticada con carcinoma lobular invasivo.
A pesar del tratamiento, Stephanie intenta mantener una vida normal con sus tres hijos: Stella (6 años), Archie (5) y Vivian (1 año y 4 meses). Cuenta con el apoyo de su madre, que se ha mudado a su casa, y de su esposo Jay, que planea tomarse dos meses de permiso después del parto.
Stephanie afronta esta difícil etapa con esperanza y fortaleza, considerando cada fase como parte de un proyecto. “He tenido cuatro sesiones de quimioterapia, luego vendrá el parto, después los exámenes y luego la radioterapia. Intento no desesperarme mirando demasiado hacia el futuro. Es un paso a la vez hasta el final”, afirma.