Ellen Mccleary, una mujer de 46 años residente en Carlisle, Reino Unido, vivió una experiencia devastadora al confundir los síntomas de un cáncer agresivo con los de su habitual fiebre del heno. En julio de 2023 comenzó a sufrir hemorragias nasales frecuentes, hasta tres veces al día. Pensando que se trataba de una rinitis alérgica, fue tratada con antibióticos, pero su estado empeoró, desarrollando tos con coágulos de sangre.
Tras someterse a pruebas más exhaustivas, incluyendo una tomografía y una biopsia, se le diagnosticó un tumor maligno situado detrás del hueso nasal, que ya se expandía hacia el cerebro. Fue sometida a una cirugía de emergencia de seis horas en la que se le extirpó completamente la nariz para frenar el avance del cáncer.
La adaptación a su nueva realidad ha sido complicada. Supervisora escolar, Ellen ha tenido que afrontar dificultades respiratorias en actividades cotidianas, además del impacto emocional y estético de la pérdida. Actualmente utiliza prótesis nasales temporales, que tienden a encogerse con el tiempo, y está a la espera de una prótesis magnética. En casa, prefiere no usar la prótesis por incomodidad. La falta de vello nasal también le obliga a extremar la higiene de la cavidad nasal.
Tras completar seis semanas de radioterapia, finalizadas en enero de 2024, recibió la buena noticia de que estaba libre de cáncer. A pesar de los desafíos, mantiene una actitud positiva y comparte su historia para advertir sobre los riesgos del auto diagnóstico. “Insistid con los médicos. Aunque parezca algo pequeño, buscad ayuda”, aconseja.
El caso de Ellen sirve como recordatorio de la importancia de prestar atención a los signos persistentes del cuerpo y de contar con un seguimiento médico adecuado. Su historia es un ejemplo de resiliencia y una advertencia sobre los peligros de minimizar síntomas que podrían ser graves.
