Manuel Maria Trindade, una joven promesa del toreo portugués de tan solo 22 años, falleció trágicamente durante su debut en la emblemática Plaza de Toros del Campo Pequeno, en Lisboa. El fatídico suceso ocurrió la noche del viernes 22 de agosto ante miles de espectadores.
Trindade actuaba como forcado, el miembro del grupo encargado de realizar la “pega de cara”, una maniobra en la que el toro es inmovilizado únicamente con la fuerza física de los hombres. En la posición más peligrosa, su función consistía en atraer al toro y sujetar sus cuernos. Sin embargo, al intentar ejecutar esta acción, fue embestido violentamente por un toro de aproximadamente 700 kilos. El animal lo lanzó por los aires, lo arrastró por la arena y finalmente lo aplastó contra la pared del ruedo.
A pesar de la rápida asistencia médica y su traslado inmediato al Hospital de São José, en Lisboa, el joven no logró sobrevivir. Falleció al día siguiente como consecuencia de una parada cardiorrespiratoria provocada por un severo traumatismo craneal.
La tragedia se agravó aún más con la muerte de un espectador, el cirujano ortopédico Vasco Morais Batista, de 73 años, quien sufrió un aneurisma de aorta durante el evento.
Trindade formaba parte del Grupo de Forcados Amadores de São Manços y seguía la tradición familiar en el mundo de la tauromaquia. La organización del evento expresó su pesar y solidaridad con la familia y compañeros del joven.
Aunque la tauromaquia es legal en Portugal, a diferencia de España está prohibido matar al toro en público. El animal implicado en el incidente sería sacrificado posteriormente en un matadero, aunque no se ha confirmado oficialmente su destino.
El trágico acontecimiento ha reavivado el debate sobre los riesgos y la legitimidad de esta práctica, que para algunos representa una expresión cultural y para otros una forma de violencia. La muerte de Trindade ha dejado una profunda huella en el mundo taurino portugués y plantea nuevas preguntas sobre el futuro de esta tradición centenaria.