En un contexto de tensiones diplomáticas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reunió el 15 de agosto con el presidente ruso Vladimir Putin en Alaska, con la intención de abordar el conflicto entre Rusia y Ucrania. Aunque no se alcanzó ningún acuerdo concreto, Trump afirmó que hubo “progreso” hacia una posible solución. La ausencia destacada del presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy en esa reunión fue notable, aunque ya se encontraba en territorio estadounidense para un encuentro posterior con Trump, previsto para el 18 de agosto.
Previo a su cita con Zelenskyy, Trump utilizó su red Truth Social para insinuar que Ucrania podría poner fin al conflicto “casi inmediatamente, si quisiera”, sugiriendo que la prolongación del enfrentamiento era una decisión ucraniana. Además, reiteró su oposición al ingreso de Ucrania en la OTAN y aludió a la anexión rusa de Crimea en 2014 como un ejemplo de resolución sin enfrentamientos, insinuando que Kiev debería haber adoptado una postura similar en la actualidad.
Zelenskyy reaccionó rápidamente a través de Twitter, subrayando su llegada a Washington y el objetivo compartido de lograr una paz duradera. Rechazó categóricamente la idea de ceder territorio a cambio de paz, argumentando que concesiones anteriores como Crimea y partes del Donbás solo alentaron nuevas agresiones rusas. También recordó el fracaso de las garantías de seguridad de 1994, que no evitaron la invasión rusa.
El presidente ucraniano reafirmó su compromiso con la soberanía territorial, mencionando avances militares recientes en Donetsk y Sumy. Agradeció el respaldo de Estados Unidos y sus aliados, pero responsabilizó directamente a Rusia por el inicio del conflicto, insistiendo en que es Moscú quien debe ponerle fin. Zelenskyy expresó esperanza en que la cooperación entre Ucrania, Estados Unidos y Europa pueda conducir a una “paz real”.
La esperada reunión entre Trump y Zelenskyy podría marcar un punto de inflexión en el rumbo del conflicto y en las relaciones geopolíticas internacionales.