Ketlly Cristina da Silva, una mujer brasileña, ha logrado cumplir su sueño de convertirse en abogada tras años de esfuerzo y sacrificio. Mientras trabajaba como barrendera durante el día, asistía a clases por la noche y recorría diariamente 10 kilómetros en bicicleta para llegar a la universidad, ya que no podía costear el transporte público.
Gracias a un programa de financiación estudiantil, Ketlly pudo iniciar el grado en Derecho, una decisión que tomó buscando estabilidad laboral. A pesar de las dificultades y de las voces que dudaban de su éxito, aprobó un concurso público para el puesto de gari y compaginó el trabajo con sus estudios. Antes de este empleo, también fue vigilante en una escuela y vendía helados caseros (“cremosinho”) en la calle para complementar sus ingresos.
Recientemente graduada, ha sido invitada a trabajar en la Procuraduría General de Várzea Grande, en el área metropolitana de Cuiabá. Además, varios despachos de abogados han mostrado interés en contratarla. Casada y madre, Ketlly mantiene su determinación de seguir en el ámbito jurídico. Ya está inscrita en el examen de la Orden de Abogados de Brasil (OAB) y sueña con abrir su propio despacho cuando su situación económica lo permita.
La historia de Ketlly es un ejemplo inspirador de superación personal y perseverancia, destacando cómo el acceso a la educación y el esfuerzo individual pueden transformar vidas, incluso en contextos de gran dificultad económica. Su caso también pone de relieve la importancia de los programas de financiación educativa en países con desigualdades sociales marcadas.