Un creciente movimiento está ganando fuerza en redes sociales y en la vida cotidiana: mujeres de distintas partes del mundo están optando por no eliminar el vello facial, especialmente el bigote, como una forma de empoderamiento y afirmación de su identidad. Esta tendencia desafía los estándares tradicionales de belleza que históricamente han dictado que el vello facial femenino debe ser eliminado.
El gesto va más allá de una simple elección estética: se trata de una declaración política y personal que reivindica la libertad corporal y la autonomía sobre la propia imagen. Figuras públicas y celebridades han contribuido a visibilizar este fenómeno. La cantante Doja Cat, por ejemplo, apareció con un bigote postizo durante la Semana de Alta Costura de París en 2023. La artista Tokischa también ha adoptado este estilo en eventos internacionales, mientras que en Portugal, la actriz Jessica Athayde ha declarado públicamente que solo se depila el bigote si se ve obligada, subrayando que la decisión debe ser individual.
El movimiento también remite a una estética popular de principios de los años 2010, cuando los bigotes postizos eran tendencia en redes sociales. Sin embargo, hoy en día, el gesto adquiere un nuevo significado, más consciente y con una clara carga de resistencia frente a las imposiciones sociales sobre el cuerpo femenino.
Asumir el bigote femenino es, por tanto, un acto de rebeldía contra los cánones de belleza impuestos y una forma de reivindicar la diversidad estética. Al igual que el movimiento que promueve dejar crecer el vello en las axilas, esta tendencia representa un paso hacia la libertad individual y el cuestionamiento de normas que durante décadas han definido cómo debe lucir una mujer.