Davi, un niño brasileño de 7 años, ha protagonizado un caso que conmueve a todo el país. En 2022, con solo 4 años, fue víctima de tortura y tentativa de homicidio por parte de su madrastra en Manaos, lo que le provocó una parada cardiorrespiratoria y una parálisis cerebral de grado 5. Los médicos consideraban que no volvería a moverse ni a comunicarse. Sin embargo, tras siete cirugías y meses de rehabilitación, ha logrado mover la cabeza por sí solo y mantenerse de pie con apoyo, lo que representa un avance significativo en su recuperación.
El Tribunal del Jurado de Manaos condenó a la madrastra a 62 años de prisión y al padre del menor a 14 años por su complicidad. Desde entonces, la madre del niño, Fábila Kêmila, ha liderado una intensa campaña para costear los tratamientos médicos. Gracias a las primeras recaudaciones, Davi fue sometido a tres cirugías craneales, una rizotomía para aliviar la espasticidad muscular, y una operación ortopédica para corregir rodillas y pies, además de recibir una válvula de drenaje y una sonda gástrica.
Actualmente, aunque Davi no habla ni camina y se alimenta por sonda, su evolución cognitiva es notable. La familia busca ahora trasladarlo a México para una nueva etapa de tratamiento que podría devolverle la capacidad de hablar y caminar. Los médicos son optimistas, ya que sus cuerdas vocales no fueron dañadas.
Una nueva campaña de recaudación está en marcha para financiar terapias, medicamentos y futuras cirugías, incluyendo intervenciones en codos y manos, aún afectados por atrofias. “Él es mi puerto seguro y mi mayor fuerza”, afirma su madre, quien no ha cesado en la lucha por ofrecerle una vida digna.
El caso de Davi no solo refleja la brutalidad de la violencia infantil, sino también la resiliencia y la esperanza que pueden surgir incluso en los escenarios más devastadores.
