Un terremoto devastador podría afectar próximamente al norte de Chile, según predicen los científicos. Esta región, rica en yacimientos minerales, no ha experimentado una liberación significativa de energía sísmica como la que ocurrió en el sur del país en 2010.
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Hace exactamente 15 años, el 27 de febrero, el sur chileno fue sacudido por un terremoto de magnitud 8,8 en la costa de Concepción. El movimiento duró cuatro minutos y provocó un tsunami que dejó un saldo de 550 víctimas mortales, convirtiéndose en el desastre natural más letal desde el histórico terremoto de 1960.
Chile ostenta el título del mayor productor mundial de cobre y ocupa el segundo lugar en producción de litio. Las principales minas cupríferas se encuentran precisamente en la zona norte, al igual que toda la extracción de litio del país, lo que aumenta la preocupación ante un posible evento sísmico de gran magnitud.
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“Los grandes terremotos en Chile tienen una periodicidad aproximada de 10 años”, explica Felipe Leyton, sismólogo de la Universidad de Chile, quien señala que ciertas regiones acumulan tensiones geológicas importantes a través de fallas tectónicas.
“Este patrón nos permite identificar el potencial de un gran sismo y afirmar que, a corto plazo, desde una perspectiva geológica, esperamos un terremoto significativo en la región septentrional del país”, añade el especialista.
La particular geografía chilena, con 4.300 kilómetros de longitud y apenas 180 kilómetros de anchura media, está determinada por la imponente cordillera de los Andes que recorre su frontera occidental.
Ubicación en zona sísmica activa
Chile forma parte del conocido “Anillo de Fuego”, una zona de intensa actividad sísmica que rodea el Océano Pacífico. Tanto su relieve montañoso como los frecuentes terremotos son consecuencia directa del choque entre las placas tectónicas de Nazca y Sudamericana a lo largo de todo el territorio chileno.
Según Mohama Ayaz, geólogo e ingeniero geoespacial de la Universidad de Santiago de Chile, los avances en tecnología GPS permiten a los científicos monitorear los movimientos de las placas, detectar variaciones y anticipar posibles eventos sísmicos.
“Naturalmente, no podemos precisar el momento exacto, pero sí tenemos capacidad para preverlos”, aclara Ayaz. “Los terremotos son resultado de tensiones acumuladas cuya intensidad está relacionada con el tiempo transcurrido desde el último episodio sísmico importante”.
El especialista subraya la ausencia de una liberación significativa de energía en la zona norte, a diferencia de lo ocurrido en la región sur durante 2010.
“En consecuencia, nuestras proyecciones a corto plazo indican un terremoto en el norte; aunque no podemos establecer cuándo ocurrirá con exactitud, debemos estar preparados para su eventual ocurrencia”, concluye Ayaz.