La orden ejecutiva de Donald Trump ha provocado un terremoto en los hospitales de Estados Unidos. En una polémica medida, el presidente amenaza con cortar la financiación federal a las instituciones que sigan ofreciendo tratamientos de afirmación de género a menores de 19 años.
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Y el cambio ya se hace sentir: el 30 de enero, la Virginia Commonwealth University Health y el Children’s Hospital de Richmond anunciaron la suspensión de los medicamentos y cirugías de afirmación de género para jóvenes, declarando que sus puertas permanecen abiertas para exámenes y atención médica, pero sin las intervenciones en cuestión.
Al día siguiente, el Children’s National Hospital también se alineó con la orden de Trump, suspendiendo los bloqueadores de la pubertad y la terapia hormonal para pacientes transgénero. Aunque la institución ha garantizado que no volverá a realizar cirugías de afirmación de género a menores, ha reconocido el impacto de esta drástica decisión.
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La medida generó una fuerte reacción, y la fiscal general de Nueva York, Letitia James, advirtió de la posible violación de las leyes antidiscriminatorias del estado. Dejó claro que negarse a prestar servicios a personas transgénero podría considerarse ilegal. El futuro de los tratamientos de reafirmación de género en Estados Unidos pende ahora de un hilo.